Imagina que estás organizando una fiesta en tu casa. Has invitado a las personas más importantes para ti: tus amigos, tu familia, tal vez incluso algunas personas nuevas que esperas conocer mejor. Todo está preparado: la comida, la música, y el ambiente es perfecto para disfrutar de una noche memorable.

De repente, alguien toca la puerta, y al abrirla, te encuentras con un invitado inesperado e indeseado. Este invitado es ruidoso, incómodo y, sinceramente, no te cae bien. Lo más natural sería intentar echarlo: le dices que no está invitado, tratas de ignorarlo o incluso lo empujas hacia la salida. Pero, cuanto más intentas deshacerte de él, más insiste en quedarse. Hace ruido, se mete en las conversaciones, y termina ocupando toda tu atención.

Ahora, imagina que, en lugar de luchar contra este invitado, decides permitirle estar ahí. No porque te agrade, sino porque quieres enfocarte en lo que realmente importa: disfrutar de la fiesta con las personas que valoras. Al dejar de pelear con el invitado, descubres que su presencia ya no consume toda tu energía. Puede seguir ahí, pero tú puedes seguir con la fiesta.

Objetivo terapéutico:
Esta metáfora es una manera efectiva de trabajar la aceptación en ACT, mostrando que las emociones y pensamientos difíciles son como ese invitado indeseado. No los elegimos, no nos gustan, pero intentar luchar contra ellos o echarlos de nuestra mente suele amplificar el malestar y distraernos de lo que realmente importa.

Aceptar al invitado no significa que te guste su presencia, sino que eliges dejar de pelear con él para enfocarte en tus valores y acciones significativas. Esto fomenta una actitud de apertura hacia las experiencias internas incómodas, permitiendo que coexistan con nuestras elecciones de vida.

Ejemplo práctico:
Un cliente podría decir: «Me siento tan ansioso cuando estoy en una reunión que no puedo concentrarme en lo que tengo que decir». Usando esta metáfora, el terapeuta podría responder:

• «Piensa en la ansiedad como un invitado indeseado en tu fiesta. Si pasas toda la reunión intentando echarlo, terminas perdiendo la oportunidad de participar en la conversación, que es lo que realmente importa. ¿Qué pasaría si dejaras que la ansiedad estuviera ahí, pero eligiendo enfocarte en lo que quieres decir?»

Ejercicio práctico para clientes:

1. Identifica al invitado indeseado: Reflexiona sobre una emoción o pensamiento incómodo que suele aparecer en tu vida (por ejemplo, «miedo», «vergüenza», «duda»). Escríbelo en una hoja de papel y colócalo frente a ti.
2. Define tu fiesta: Piensa en lo que valoras en la situación en la que suele aparecer esa emoción (por ejemplo, «disfrutar de una reunión familiar», «dar lo mejor en una presentación»).
3. Practica la aceptación: Cierra los ojos e imagina que ese pensamiento o emoción es el invitado. Observa cómo te sientes al permitirle estar ahí sin pelear.
4. Enfócate en tu valor: Visualiza cómo puedes seguir participando en tu «fiesta», incluso con el invitado presente.